Tono muscular, postura y relajación como ingredientes indispensables en el aumento de nuestra eficacia como seres humanos

Se entiende por tono muscular a aquel estado de contracción permanente que poseen los músculos, aun estando en reposo, regido por el sistema nervioso. La tensión muscular depende de ciertos mecanismos reflejos entre músculo y sistema nervioso central (SNC). La función principal del tono muscular es el ajuste de la postura y de la actividad corporal general.

Tono muscular

La postura habitual de una persona es el resultado de una búsqueda por parte del organismo de una posición cómoda que sea susceptible de ser mantenida con un mínimo esfuerzo. En esa búsqueda de la postura cotidiana juegan un importante papel el tono muscular, así como la forma de defendernos de la fuerza de la gravedad (en definitiva de las caídas) a través de una adecuada distribución de las cargas de nuestro peso entorno a un apropiado centro de gravedad (lo que conocemos como equilibrio).

            El tono muscular de un individuo puede sufrir diversas alteraciones. A continuación presentamos las más frecuentes:

  1. Hipertonía, rigidez y espasticidad. Se trata de situaciones en las que el tono muscular normal se haya incrementado. Podrían desencadenar disminución en la amplitud de recorrido de los movimientos, contractura y dolor.
  2. Flacidez y debilidad. Se caracterizan por poseer un grado deficiente del tono muscular de uno o varios grupos musculares. Conllevan un deterioro en la eficacia de contracción muscular.
  3. Hipertrofia. Consistiría en el aumento de volumen de los músculos a expensas de un aumento en el tamaño de las células musculares (fibras musculares) que los integran. La práctica cotidiana de ejercicio físico desencadena hipertrofia muscular como adaptación fisiológica. Un músculo hipertrofiado, hasta ciertos límites, responde mejor a las cargas de trabajo solicitadas.
  4. Atrofia. Es la disminución en volumen de algunos músculos. Se observa tras periodos de inmovilidad (en recuperación de lesiones por medio de reposo o en periodos post-quirúrgicos, por ejemplo) y en algunas enfermedades.
  5. Distonías. Contracciones permanentes involuntarias de los músculos de una o más partes del cuerpo.

Estas alteraciones podrían ocasionar disfunciones posturales y deterioros en la funcionalidad del individuo. En algunos casos, son la base de patologías importantes de larga duración y curación complicada.

Según lo explicado con anterioridad, es esencial el mantenimiento de un tono muscular normal y la adquisición de una buena educación postural a la hora de tratar ciertas enfermedades del aparato locomotor y también a la hora de prevenirlas. En educación postural se tiene en cuenta una normalización del tono muscular y del equilibrio mediante un trabajo propioceptivo donde la relajación local de cada músculo y la general de cada persona deben sincronizarse con una respiración eficaz y tranquila –como es el caso de la respiración diafragmática-

Uno de los factores protagonistas que hay que tener en consideración en la educación de la postura sería el trabajo abdominal. La musculatura abdominal es la encargada de estabilizar el cuerpo para que las extremidades superiores e inferiores puedan realizar cualquier tipo de movimiento teniendo como garantía un soporte de calidad que evite los desequilibrios y las caídas. Los abdominales proporcionan, además, una presión interna (presión intra-abdominal) que servirá para mantener la columna vertebral estable, reduciendo de esta forma la sobrecarga excesiva sobre la zona lumbo-sacra. Podríamos decir que la musculatura abdominal actuaría de faja natural para proteger al organismo del estrés provocado sobre la columna vertebral en su devenir motor. Por ello, los abdominales distan de ser unos meros componentes estéticos en nuestro cuerpo. Su rol es indispensable en nuestra estática y nuestra actividad habitual.

Otra cuestión a considerar sería la realización de estiramientos musculares. Se sabe que un músculo funciona mejor si inicia su contracción desde una posición estirada y relajada. Cuanto más estresados estamos, más se incrementa el tono muscular y viceversa. Por tanto, para estirar adecuadamente no sólo se debe relajar bien el músculo que queremos estirar, sino que también debemos procurar relajarnos de manera general. La tensión mantenida del estiramiento descarta las contracciones espasmódicas de la musculatura y relaja las fibras musculares, permitiéndonos una mayor amplitud de estiramiento sin riesgo de lesión. En consecuencia, los estiramientos bien realizados se deberían realizar tanto en la fase preparatoria (calentamiento) del ejercicio como en la fase de vuelta a la calma. Se ha demostrado que, a mayor intensidad del ejercicio, los estiramientos deberían ser más frecuentes y selectivos. Un deportista de élite dedica entre 30 y 60 minutos al día a trabajar su flexibilidad. En próximos artículos, trataremos con mayor profundidad este importante capítulo de los estiramientos musculares como práctica obligada entre los deportistas.

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