Frecuencia cardiaca y el discutible propósito a llevarla a valores dudosamente compatibles con la salud

"No es infrecuente encontrar personas aficionadas a la actividad física que aseguran encaramarse durante el ejercicio a frecuencias cardíacas propias elevadísimas. Quizá estos osados deportistas sean compañeros tuyos y compartan contigo sesiones de ciclismo indoor en la bicicleta de al lado. Al terminar la clase se acercarán a ti y te harán partícipe de su hazaña pues, por si no lo sabías, su corazón late a una velocidad parecida a la del sonido…”

Pulso cardiaco

 

    La frecuencia cardíaca (FC) es el número de latidos que el corazón efectúa por unidad de tiempo.

    Su valor depende de las condiciones en que se mida, por ejemplo en reposo o en actividad.  

    Se expresa en latidos por minuto (lpm).

    Coloquialmente se habla de “pulso” o “pulsaciones” cuando se quiere hacer referencia a la manifestación de la frecuencia cardíaca en la exploración.

    La medida de la frecuencia cardíaca se puede efectuar en distintas zonas corporales, siendo las más habituales la muñeca (sobre la arteria radial), el cuello (sobre la arteria carótida) o el pecho. Con independencia del lugar donde se tome, el procedimiento que se recomienda seguir, para evitar errores de medida y para que los resultados obtenidos sean comparables de unos individuos a otros y de unas circunstancias a otras, es el que sigue:

    - Se debe medir la frecuencia cardíaca en condiciones de reposo y relajación, tales como a primeras horas de la mañana al despertarse tras un sueño reparador, a temperatura ambiente (20-24ºC) y en sedestación.

    - Es importante repetir dos veces la medición y, posteriormente, calcular el valor medio entre ambos resultados.

 

FRECUENCIA CARDÍACA DE REPOSO.

         La frecuencia cardíaca BASAL o DE REPOSO depende de la genética, el entrenamiento físico, el estado psicológico, las condiciones ambientales (temperatura, altitud,…), la postura, la edad y el sexo. De promedio es de 60 a 80 lpm en adultos sanos. En individuos sedentarios, desentrenados y de mediana edad puede superar los 100 lpm. Sin embargo, en deportistas muy en forma que siguen entrenamientos de resistencia aeróbica, se han descrito frecuencias cardíacas de reposo que oscilan entre 28 y 40 lpm. Durante el sueño y para un deportista joven en reposo, el “pulso” bien puede estar entre 40 y 60 lpm.

          Sin patología asociada, las pulsaciones basales normales decrecen con la edad.

         Antes del inicio del ejercicio, nuestra frecuencia cardíaca suele ya aumentar muy por encima de los valores normales de reposo. Esto se denomina “respuesta anticipatoria”. Esta respuesta es mediada por la liberación de noradrenalina y adrenalina. Significa una preparación del organismo al aumento de demanda física que se le exigirá en breves momentos. Puesto que la frecuencia cardíaca previa al ejercicio es ya elevada con respecto a la de reposo, las estimaciones fiables de la verdadera frecuencia cardíaca basal (o de reposo) deben hacerse solamente bajo condiciones de total relajación, tal y como se explica en líneas superiores, y no a las puertas de la sala de ciclismo indoor. Por tanto, la frecuencia cardíaca previa al ejercicio no debe usarse como estimación de la frecuencia cardíaca en reposo.

 

FRECUENCIA CARDÍACA DURANTE EL EJERCICIO.

         Cuando se comienza a hacer ejercicio, la frecuencia cardíaca aumenta directamente en proporción al incremento de la intensidad de la actividad física hasta llegar a un punto próximo al agotamiento. Al acercarse a ese umbral de cansancio, la frecuencia cardíaca empieza a nivelarse. Esta actitud del organismo muestra que nos aproximamos al valor máximo.

         La frecuencia cardíaca MÁXIMA (FC máx.) es el valor máximo de pulsaciones que se alcanza en un esfuerzo a tope hasta llegar al agotamiento sin comprometer la salud. Es decir, representa el número máximo de veces que el corazón debería latir por minuto al realizar un esfuerzo físico BREVE pero muy intenso. No obstante, es esencial recordar que la frecuencia cardíaca máxima es un límite sólo TEÓRICO. Lo que quiere decir que es imposible mantener esas pulsaciones durante un periodo de tiempo prolongado si hablamos de personas sin enfermedades de base.

         La frecuencia cardíaca máxima se calcula basándose en la edad porque manifiesta un declive ligero pero regular de un latido por año que comienza de los 10 a los 15 años de edad. 

         Se han propuesto diversas ecuaciones para estimarla, siendo quizá la más divulgada la que mostramos a continuación:

FC máx.= 220-edad en años

        Pero, el resultado de esta ecuación es sólo una aproximación; los valores individuales cambian considerablemente dependiendo de cada persona. Por ejemplo, para un individuo de 40 años, la FC máx. sería de 180 lpm (FC máx.= 220-40). Y, sin embargo, lo que ocurre en realidad es que el 68% de los adultos de 40 años presentan valores reales de su FC máx. entre 168 y 192 lpm. (media ± 1 desviación estándar). Esto muestra el riesgo potencial de error al calcular la FC máx. de una persona concreta mediante la ecuación expuesta. Por ello, se han diseñado más recientemente nuevas fórmulas que parecen ser más exactas, sobre todo para los menores de 20 años y mayores de 50 años.

        - hombre, [ 208,7 – (0,73 x edad en años) ]

        - mujer, [ 208,1 – (0,77 x edad en años) ]

    O bien,

        - hombre, [ 210 – (0,5 x edad en años) – (0,01 x peso en kg. + 4) ]

        - mujer, [ 210 – (0,5 x edad en años) – (0,01 x peso en kg.) ]

 

         Como podéis comprobar si utilizáis cualquiera de estas ecuaciones existentes en la bibliografía actual sobre FC máx., entenderéis que sería incompatible con la realidad encontrarse con adultos mayores de 50 años que aseguren entrenar a frecuencias cardíacas por encima de los 200 lpm. Si eso ocurre, si el pulsómetro asegura marcar esas pulsaciones, el alumno debería consultar a un cardiólogo esta circunstancia o, quizá, revisar su pulsómetro por la posibilidad de que éste tenga la tendencia a acomplarse con el registro de frecuencias de los compañeros de ciclismo más próximos.

         Cuando el ritmo de esfuerzo se mantiene constante a niveles submáximos de ejercicio, la frecuencia cardíaca se incrementa muy rápidamente hasta llegar a estabilizarse. Este punto de estabilización se conoce con el nombre de “estado estable” de la frecuencia cardíaca, y es el ritmo óptimo del corazón para satisfacer las exigencias circulatorias a ese nivel específico de esfuerzo.

         El concepto de frecuencia cardíaca ESTABLE constituye la base de varias pruebas que se han desarrollado para estimar el nivel de forma física de una persona. De tal forma que los individuos que están en mejores condiciones físicas, sobre la base de su resistencia cardiorrespiratoria, tendrán estados estables más bajos de la frecuencia cardíaca a un ritmo determinado de esfuerzo en comparación con aquellos individuos que no están en tan buena forma. Por lo tanto, la frecuencia cardíaca estable es un pronosticador válido de la eficacia del corazón. Es decir, en general, una frecuencia cardíaca menor durante el ejercicio refleja un corazón más eficaz… Otra razón más para no pretender alcanzar pulsaciones de vértigo para la coherencia humana…

         Para determinar la frecuencia cardíaca de esfuerzo REAL (y, desde luego, no teórica), la llamada frecuencia cardíaca SUB-MÁXIMA, se debe multiplicar la cifra obtenida en las ecuaciones anteriores por los factores 0,6 y 0,85 respectivamente, dependiendo de si se trata de un hombre o una mujer.

         Se considera que mantener durante 30-45 minutos la frecuencia cardíaca sub-máxima (actividad física aeróbica) obliga al organismo a utilizar preferentemente la grasa corporal como combustible y se relaciona con un hábito saludable y carente de riesgos. El manejo de frecuencias cardíacas mayores, alrededor del 90% de la frecuencia cardíaca máxima teórica, se puede realizar en momentos muy puntuales de duración pequeña y con grupos de deportistas avanzados, pero no sería aconsejable durante períodos de tiempo de entrenamiento prolongados y en alumnos que inician la práctica de actividad física.

 

 

BIBLIOGRAFÍA

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